Hay personas que se confían demasiado. Este es el caso de este piloto que a unos cuantos metros de la meta hace el clásico saludo de vencedor. Pero el destino le jugo una mala pasada.
7 de enero de 2009
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mi Dios...nunca tan cerca y tan lejos...por eso, aunque seas (o te sientas) un campeón, siempre ten las dos manos al volante.
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